Las
zorras y zorros comunes, Vulpes Vulpes para más señas, mamíferos eminentemente
noctámbulos que forman parte de la familia de los cánidos, son animales que
salen por la noche al acecho de sus presas con mucho sigilo, empleando toda su
astucia y cautela para darles caza o conseguir alimentos para sus cachorros.
Entre
jaras y pedreras abundan estos astutos animalitos y, cuando la noche cae,
merodean por los alrededores de la población de Navatrasierra rastreando con su
fino olfato de cánido salvaje, y se internan en las soledades de las calles,
atraídas por los efluvios de algún contenedor de basura, o para tratar de
capturar grandes insectos que revolotean a las luces de las farolas, o tratar
de cometer una buena tropelía en algún gallinero.
Era
la noche del 29 de junio de 2012 cuando un despampanante ejemplar de zorra, con
su hopo bien poblado, se internó en las calles husmeando por sus esquinas y
llegó a la puerta de unos vecinos que, tras descansar al fresco en el patio de
su casa, se recogieron a ver la televisión dejando hamacas y puertas abiertas.
Ante tal panorama, la curiosidad y sagacidad de la zorra la encaminaron a
cometer una enorme imprudencia.
Avanzada
la noche, los vecinos cerraron su casa y se fueron a dormir. Pero, de repente,
comenzaron a oír ruidos extraños procedentes de la cocina. Se levantaron y se
llevaron el susto y la sorpresa de encontrarse una zorra en su cocina, que
había tenido la osadía de traspasar el umbral de la casa y aventurarse hasta la
cocina, guiada por su fino olfato, donde solamente consiguió quedar atrapada y ser
apaleada.
Al
igual que el resto de seres vivos, los humanos defienden su guarida, con uñas y
dientes si es necesario. En este caso fue una silla en manos del hombre, el
arma que acabó con los paseos nocturnos de esta astuta y osada zorra, que ha
dejado libres las esquinas a otras de su misma especie.