Los
líquenes son organismos que surgen de la simbiosis entre un hongo y un
alga, en la que el hongo toma nutrientes del alga penetrando dentro de las
células algales. En este proceso simbiótico, los hongos actúan como micobiontes
y las algas ponen de su parte actuando como fitobiontes. Básicamente, esto
significa que, uno del otro obtienen algún beneficio y, unidos, pueden
reproducirse y extenderse por la superficie de las piedras, proceso que el hongo
por sí sólo no sería capaz de completar. 


La protección frente a la desecación y la radiación solar que aporta el hongo y la capacidad de fotosíntesis del alga confieren al liquen características únicas dentro del mundo de los seres vivos. La síntesis de compuestos únicamente presentes en estos organismos, las llamadas sustancias liquénicas permiten un mejor aprovechamiento de agua, luz y la eliminación de sustancias perjudiciales, haciéndolos excepcionalmente resistentes a las condiciones ambientales adversas y capaces, por tanto, de colonizar muy diversos ecosistemas.
Esta
especie aparece en paredes verticales o inclinadas de farallones, cantiles y
roquedos escarpados de rocas silíceas duras y compactas como cuarcitas y pizarras,
preferentemente en posiciones soleadas y expuestas a los vientos húmedos. En
estos enclaves, forma extensas comunidades casi monoespecíficas que son
visibles a distancia, coloreando el paisaje con su llamativo color amarillo que
adquieren las rocas. 







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