sábado, 30 de abril de 2011

El Cancho de El Ataque

El Cancho del Ataque recibe este nombre de la batalla librada por los españoles contra los franceses en febrero de 1811. Cuando el ejercito francés avanzaba hacía Guadalupe para apoderarse del Monasterio,  las tropas españolas defendieron el camino a Guadalupe protegidos por los canchos y pedreras de la entrada al valle del Hospital consiguiendo frenarles en su avance. 

Aclarado el nombre de este lugar, ...¡que las imágenes lo describan por sí solas!.




 


 



 


 


miércoles, 13 de abril de 2011

Enjambres, viros y témpanos

La pasada semana, el viejo colmenero consiguió capturar un enjambre que volaba por encima de las calles del pueblo de Navatrasierra buscando un cobijo donde establecer una nueva colmena. Quizá fuera cuestión de suerte que la nube de abejas se sintiera atraída por una caja de colmenas con la tapa abierta por el colmenero para introducirse en ella, lo cierto es que el enjambre fue recogido por el colmenero e incorporada a su colmenar. Los enjambres vuelan o escapan de las colmenas cuando se encuentran superpobladas, situación aprovechada por la abeja reina para salir de la colmena acompañada de un nutrido grupo de sus obreras volando en busca de un escondrijo donde fundar una nueva colmena. De esta forma, guiadas por su instinto natural consiguen expandirse por la naturaleza y han conseguido perpetuar la especie a lo largo de muchos milenios.
Antiguamente eran bastante habituales los vuelos de enjambres escapadas de las colmenas alojadas en los corchos, al quedarse pequeños cuando la colmena crecía. Comentando con mi hermano, hemos recordado alguna de las técnicas que presenciamos, de pequeños,  utilizadas en la captura de enjambres que volaban en forma de nube por los alrededores del pueblo. Una de ellas consistía en lanzar una soga al aire sobre la nube de abejas para que se quedaran prendidas en la soga y así poder recogerlas en un corcho o en un saco.  En otra ocasión, yendo en el tractor con mi tío y mi primo, divisamos un enjambre en una rama de una encina junto a la carretera. Mi tío, viejo colmenero, animó a mi primo a subir a la encina para tratar de hacer caer a las abejas al interior de un saco, y, éste, con mucho cuidado intentó descolgarlas golpeando en la rama y empujándolas con un manojo de hojas de la encina e incluso con la mano. Algunas iban cayendo dentro del saco, mientras otras caían en pequeños pelotones al suelo, hasta que finalmente consiguió romper parte de la rama para introducirla dentro del saco con el grueso de las abejas, que finalmente serían trasladadas a una caja de colmenas. Algunos pelotones de abejas quedaron prendidas a las ramas de la encina, y si la reina no quedó con ellas estaban destinadas a morir…¡así es la naturaleza y así somos los humanos, aunque seamos colmeneros!
En mi anterior publicación dedicada a las viejas colmenas y colmeneros, comentaba la desaparición de los corcheros, los artesanos fabricantes de corchos para colmenas. Actualmente el colmenero se ve obligado a reutilizar y recomponer corchos por sus propios medios. De esta guisa encontré al viejo colmenero preparando “viros” para clavar los “témpanos” de dos corchos que los tenían desclavados. ¿Qué son los “viros” y los “témpanos”? Los viros son los clavos de madera utilizados para clavar y fijar los extremos de la corcha que da forma cilíndrica al corcho. Se hacen de palos de jara verde con una punta muy afilada capaz de atravesar el corcho, dejando el otro extremo más grueso para que no traspase, y, una vez clavados en la corcha recién cocida, al secarse la corcha, los viros quedan clavados para siempre. El témpano es la tapa del corcho, del cual cuelgan los panales que también se sujetan en las “trencás”, que son los tres palos entrecruzados en el interior del corcho destinados a fijar los panales.
En esta sucesión de imágenes se aprecian con detalle cada uno de estos elementos que componen los corchos de colmenas.

 

 


 

 

 

miércoles, 6 de abril de 2011

La vieja colmena y el viejo colmenero

Acaba el invierno, florece la primavera y la vieja colmena renace despues de sobrevivir a los días fríos, nublados o lluviosos en el interior de un viejo corcho, aislada de los adversos fenómenos climatológicos. Parece increíble que este material natural, la corteza de un árbol, aísle a la colmena de la lluvia y las bajas temperaturas, con sólo haber sido sometida a un proceso de cocción, para hacerla maleable y convertirla en un habitáculo cilíndrico que será la casa de la abeja reina y de sus obreras y zánganos. Entre 30.000 y 70.000 individuos pueden llegar a componer una buena colmena, según aquellos que los han contado…
  
Podemos hablar de vieja colmena en el sentido de que su población se mantiene viva gracias a que se renueva constantemente, porque, si mueren las obreras la reina pone más huevos, y si las obreras se quedan sin reina son capaces de criar una nueva reina. De esta forma la vieja colmena puede pervivir en el tiempo, a pesar de que la reina no llegue a alcanzar los cuatro o cinco años de edad, las obreras escasamente lleguen a los tres meses, y los zánganos no superen unas pocas semanas de vida. En cambio el corcho aguanta y aguanta año tras año a la intemperie dando cobijo a la población de la colmena.
                                                      En nuestro tiempo, los corchos de colmenas van escaseando, y qué decir tiene de la escasez de corcheros, aquellos artesanos que, con la fuerza del calor y la ayuda de sus manos, eran capaces de domar la dura corteza del alcornoque hasta darlo forma cilíndrica. El último corchero de la Sierra del Hospital fue tío Jesús Montero, quien probablemente elaboró la gran mayoría de los aún utilizados por los colmeneros de Navatrasierra, y con seguridad todavía quedará en uso alguno de los elaborados por su padre o su abuelo.


Actualmente, en apicultura se utilizan las cajas fabricadas con madera y chapa galvanizada tipo Layens o Langstroht, pero el viejo colmenero continúa conservando algunos corchos de colmenas con el objetivo de sacar enjambres de las viejas colmenas que le permitan formar una nueva productora de miel. Esto se consigue empleando las técnicas más tradicionales y haciendo uso de la habilidad y la sabiduría transmitida, de generación en generación, por los antiguos colmeneros.

El proceso es simple, pero ha de hacerse meticulosamente y con sumo cuidado en la manipulación de la colmena, y guardando mucho silencio. Colocando la boca de un corcho vacio pegado a la boca del corcho que contiene las abejas, al cual se se golpea en los laterales con dos palos, el viejo colmenero consigue que las abejas se pongan en marcha caminando de un corcho a otro, y, cuando hayan pasado un buen número de abejas y la abeja reina (para lo cual tendrá que prestar mucha atención visual), ya tendrá un enjambre para formar una nueva colmena. Mientras la colmena madre se verá obligada a criar una nueva reina para sobrevivir y continuar siendo una vieja colmena.