jueves, 17 de noviembre de 2011

Del Pico La Villuerca a La Nava tras la sierra por el Sendero Apalachense

12 de Nov. de 2011
Siguiendo con la idea de colaborar en la promoción y divulgación del Geoparque de las Villuercas, Ibores y Jara, el pasado día 12 junto a miembros de las Asociaciones Maragatos de Guadalupe y Geovilluercas, hicimos andando la subida al Risco de La Villuerca en compañía de nuestro buen amigo, y mejor profesor, Juan Gil, el cual nos fue ilustrando e introduciendo en ese mundo tan desconocido como es la historia de la tierra a través de los fósiles y de las piedras, al igual que ya lo hiciera por el Valle del Guadarranque esta primavera.

Al final de la tarde y tal como teníamos previsto, Jesús Álvarez hizo la presentación de su libro "La Nava tras la sierra" en la Casa de la Cultura de Guadalupe.

Podeis disfrutar del reportaje completo en el siguiente enlace:
http://www.acrg.es/mediapool/54/548945/data/Subida_Risco_la_Villuerca.pdf

martes, 15 de noviembre de 2011

CASTAÑAS Y CASTAÑOS

Cuando pensamos en el otoño es inevitable asociarlo a un árbol y a un fruto muy otoñal: el castaño y sus sabrosas castañas.
En pleno noviembre tenemos ya madura a la castaña. Cae y se resquebraja el pinchudo erizo que, durante meses, protegió a uno de los frutos más alimenticios y con mejor sabor de cuantos nos proporcionan nuestras arboledas. Decenas de especies de bosque llenarán sus estómagos con las ricas castañas.
                                                       
Fruto también apetecido por la especie humana, es cultivado y cosechado para su consumo. En las poblaciones vecinas de Castañar de Ibor, Navezuelas o Guadalupe los castañares pueblan laderas y montes ofreciendo abundantes cosechas.
Una de las mejores formas de degustarlas es recién asadas a la lumbre en una sartén calvotera, como reza la antigua tradición que reúne a las pandillas de niños y jóvenes junto a la lumbre para saboreas los ricos clavotes, obtenidos después de pelar las castañas asadas.


En uno de los rincones ocultos de nuestras sierras, en la parte más cerrada y profunda de la garganta de La Pedriza, los castaños protagonizan el otoño entremezclados con alisos, fresnos, madroñas y loreras, llenando el bosque con los colores típicos otoñales. Allí sobrevive un conjunto de castaños, renacidos de los troncos de otros más viejos y corpulentos que fueron talados y convertidos en vigas o tablas para soportar los techos y tejados de las antiguas viviendas de Navatrasierra. 

Aún se mantiene en píe un enorme tronco de un viejo y centenario castaño, cuyas dimensiones nos hace imaginar que debió ser un árbol descomunal.    

Este auténtico monumento natural, seguramente se salvaría de la afilada sierra por no ser aprovechable su robusto tronco ahuecado por el paso del tiempo, y requemado por algún descontrolado incendio que, con toda probabilidad, acabó con su fortaleza. Afortunadamente las raíces de su desgastado tronco han conservado la savia suficiente para dar vida a los retoños crecidos de su cepa, que en la actualidad ya son árboles adultos.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Sierra cría, …la Sierra pare

Pocas deben ser las piedras de esta Sierra que no hayan sido pisoteadas por las pezuñas de las cabras, considerando que durante más de siglo y medio muchas pastorías se han refugiado y alimentado en la Sierra del Hospital.


La sierra da y la sierra recibe
Cientos de bocas de ganado cabrío han ramoneado las rebollas, madroñas y arbustos de sus laderas; y el mismo número de estómagos han procesado la materia vegetal; y el mismo número de intestinos han expulsado y esparcido miles y millones de cagarrutas, abonando el pedregoso suelo; mientras, las preñadas hembras han gestado sus crías subiendo y bajando por sus empinadas y costosas laderas.
 

Antaño, un buen puñado de pastorías realizaban la trashumancia veraniega a la sierra buscando la frescura de las gargantas y las verdes hierbas de sus laderas, tras haber agotado los pastos primaverales y los campos de cereales. Hoy en día, solamente un par de ellas mantienen esta ancestral forma de pastoreo, iniciada en el mes de julio y alargada hasta principios de octubre, periodo en que las ubres quedan enjutas mientras crece la preñadura.


Octubre es el mes de la paridera
Un año más, al regresar a los corrales comienza la paridera, comienza a nacer el fruto gestado en la sierra. Los pequeños cabritillos rompen la bolsa maternal asomando sus diminutas pezuñas delanteras y su hocico en busca de la vida, tambaleantes y raudos a tomar esos primeros calostros, necesarios para sobrevivir en los primeros días de su existencia, que quizá un día les encamine a recorrer y respingar por los pedregales de la Sierra que los crío.


sábado, 22 de octubre de 2011

BELLOTAS Y BELLOTEROS

¿Cuales son los únicos árboles capaces de producir bellotas? la respuesta es simple, los árboles de la familia, mejor dicho, del género Quercus; y, ¿cómo se apellidan los árboles de este género?, simple es también la respuesta: Ilex, Suber, Robur y Faginea; sencillo ¿verdad?; ¡claro que sí!: Encina, Alcornoque, Roble y Quejigo son los árboles belloteros por excelencia.

 bellotas de encina - quercus ilex
Cada uno de estos árboles predomina en un ecosistema determinado. Por ejemplo las encinas son propias de las llanuras adehesadas extremeñas; algunas zonas montañosas son el hábitat ideal para el roble; otros terrenos de montes favorecen el crecimiento de los quejigos; y en zonas templadas y laderas soleadas crecen los robustos alcornoques. La Sierra del Hospital reúne todos los ambientes apropiados para la convivencia de estas especies, e incluso pueden convivir a un mismo nivel de suelo, los cuatro mezclados. De ahí radica su gran valor y riqueza forestal y vegetal, algo difícil de superar.
 
 bellotas de roble - quercus robur
De una gran riqueza alimenticia podemos considerar a esta familia de árboles belloteros, dado el gran aporte nutritivo que proporciona su fruto a un considerable número de especies animales, ya sean de pequeño porte o de gran porte, de pelo o de pluma, mochos o cornudos.  

 bellotas de quejigo - quercus faginea
 Las amargas bellotas, son roídas por los ratones de campo y pequeños roedores; son escondidas por los arrendajos para proveer su despensa invernal; son rebuscadas entre la hojarasca por el jabalí que tiene la habilidad de pelarlas usando sus dientes y colmillos, al igual que las castañas; están deliciosas para los domesticados paladares de cabras y cerdos; y resultan el mejor reconstituyente para los agotados ciervos, tras las batalladas jornadas de la berrea, que se pasan buena parte del día merodeando bajo los robles y encinas esperando la caída del fruto madurado. Si la caída de la bellota de roble de mayor grosor que las de sus cogeneres, al golpear con el suelo, resulta perfectamente audible para el oído humano, ni que decir tiene que no pasa desapercibido para el fino oído de los cérvidos
bellotas de alcornoque - quercus suber 
La bellota es el símbolo de Extremadura, y por eso los extremeños somos belloteros. Las llevamos en los llaveros, en pegatinas, posters y otros emblemas para identificarnos con nuestra región, y también las comemos, aquellas de encina que resultan algo dulces, y las bebemos, convertidas en licor. En fin, belloteros somos los extremeños, y belloteros son los animales que las aprovechan, y, por supuesto los árboles que las producen, encinas, robles, quejigos y alcornoques.
¡qué gran familia y qué grande es ser bellotero!
 

 

lunes, 17 de octubre de 2011

LA BERREA DEL CIERVO

El CIERVO es el señor de los montes de la Sierra del Hospital, codiciado por los cazadores por su cornamenta, y admirado por los amantes de la naturaleza por su belleza. Entrado el mes de septiembre, su cuerna ya alcanza su máximo esplendor, desarrollada a lo largo de todo el verano, después de haberla dejado caer en los comienzos de la primavera.

En los atardeceres de mediados de septiembre se va dejando entrever en los claros del bosque, donde se ha ocultado durante los meses más calurosos escondiendo la vergüenza de encontrarse desmochado y de verse renovando su cuerna perdida, su orgullo perdido por sentirse desarmado. Sabedor de que conseguirá una más grande, más fuerte y más poderosa, aguarda oculto entre los espesos matorrales, alimentándose pacientemente, hasta tener sus defensas totalmente desarrolladas para defender sus territorios y medir sus fuerzas con otros ciervos, poderosos adversarios, que le disputaran los derechos sobre su territorio y sus hembras. 





El final de la estación veraniega y el comienzo de la estación otoñal marca el inicio de la berrea, uno de los espectáculos sonoros y visuales más impresionantes de muchas serranías ibéricas. Durante las dos últimas semanas de septiembre la Sierra del Hospital se ve invadida por los profundos berridos emitidos por los venados desde lo más profundo de sus gargantas, que, encelados, reclaman a las ciervas en los claros del monte, mientras los machos aspirantes les provocan y asedian para desplazarlos y arrebatarles los honores de perpetuar la especie. Privilegio que sólo alcanzarán los más fuertes y vigorosos, los mejor dotados genéticamente, cómo así lo exige la vida salvaje en la naturaleza.

 Las largas jornadas de berrea que se prolongan sin descanso desde el atardecer hasta el amanecer, rompiendo la oscuridad de la noche con los roncos y profundos bramidos que no cesan y se propagan por cada rincón de los montes, dejando únicamente  las calurosas horas centrales del día para sestear y descansar, agotan a estos fabulosos animales que derrochan todas sus energías, acumuladas en su retiro veraniego, dedicados a la lucha por reproducirse que solamente ocurre una vez al año, cuando las ciervas se muestran receptivas durante el periodo de celo.
Transcurrida la primera semana del otoñal octubre la intensidad de la berrea va decayendo día a día,  hasta perderse en la lejanía los ocasionales bramidos de alguno de los machos que siguen marcando su territorio, rodeado de las ciervas que perpetuarán su sangre y sus cornamentas, transmitiendo su fuerza y valor para afrontar futuras berreas…
 

miércoles, 21 de septiembre de 2011

GEOPARQUE VILLUERCAS IBORES JARA

Muchos de vosotros os preguntareis qué es un geoparque, para qué sirve y como puede afectar a las poblaciones que lo integran, y especialmente a la población de Navatrasierra, si puede ser beneficioso o, por el contrario, puede acarrear perjuicios.  
Antes de nada, intentaré aclarar de qué va esto, y, porqué nuestra comarca quiere y necesita convertirse en geoparque.
Por definición, un geoparque es un territorio que cuenta con un patrimonio geológico notable, donde se lleva a cabo un proyecto de desarrollo basado en su promoción turística, con unos objetivos económicos y de desarrollo claros. La declaración de un geoparque se basa en tres principios:
1) la existencia de un patrimonio geológico que sirva de protagonista y eje conductor
2) la puesta en marcha de iniciativas de geoconservación y divulgación
3) favorecer el desarrollo social, económico y cultural a escala local.
Estos son los tres pilares que sustentan la creación y funcionamiento de un geoparque: patrimonio geológico, geoconservación y desarrollo local. Por ello, los geoparques deben tener unos límites claramente definidos y una extensión adecuada para asegurar el desarrollo económico de la zona. 
Además, el espacio territorial de un geoparque, debe reunir intereses arqueológicos, históricos y culturales que permitan desarrollar y potenciar el Geoturismo en cooperación con sus habitantes, así como desplegar una estrategia de conservación de ese patrimonio, encaminada a profundizar en el conocimiento científico de la zona y en su proyección educativa.
Resumiendo, un geoparque es una zona que cuenta con determinados puntos de interés geológicos, como por ejemplo las cuevas de Castañar, el charco de la Trucha o los yacimientos de fósiles de Navatrasierra, que habrán sido catalogados y señalados para que el turismo interesado en visitar o estudiar estos geositios puedan hacerlo, a la vez que visitan y conocen las poblaciones incluidas en el geoparque, sus gentes, su forma de vida y sus costumbres. Y todo esto se recoge en una sola palabra Geoturismo, y se traduce en beneficios económicos para las poblaciones que están integradas en el geoparque.

Al hablar de turismo no se trata de un turismo masivo, ni de oleadas de visitantes que vayan a invadir estas sierras y montes, sino de un turismo selectivo e interesado en conocer el patrimonio geológico de la zona, o de grupos escolares y universitarios con un interés científico-educativo orientado a conocer estos característicos relieves montañosos. Y, por lo general, este tipo de turismo suele ser respetuoso con el medio ambiente y su interacción con la fauna y la flora suele ser mínima y casi imperceptible.

Por otra parte, la declaración como geoparque no conlleva ningún tipo de restricción para el transito ni el pastoreo de ganado, ni protección especial para la vegetación, ni mucho menos para las actividades cinegéticas, que se podrán seguir desarrollando con toda normalidad. Las figuras protagonistas serán los riscos, cancheras, pedreras, preturas, cuevas, junto a los fósiles de trilobites, esos bichitos que ya llevan muertos varios millones de años, y determinadas formaciones rocosas que serán catalogadas para su mejor conocimiento. Por el contrario, sí que será regulada la extracción de fósiles, que deberá ser justificada si no es con un fin científico o educativo, para evitar el expolio y que cualquiera pueda llevárselos para luego comerciar con ellos como ha ocurrido hasta ahora. No en vano, en todas las Villuercas, Navatrasierra es conocida como el pueblo de los fósiles, y, sinceramente, creo que ya va siendo hora de que Navatrasierra obtenga algún beneficio de ello.
 

Existe una Red Europea de Geoparques creada en el año 2000 con cuatro geoparques, que se ha ido ampliando hasta la cifra actual de 43 geoparques repartidos por toda Europa. Años más tarde, en 2004, echó a andar la Red Mundial de Geoparques, compuesta por 79 geoparques de todo el mundo. Desde su fundación, la Red de Geoparques se rige por un Comité de Coordinación formado por representantes de cada Geoparque, más un delegado de la UNESCO. 

En España hay cuatro espacios naturales que ostentan esta categoría: el Parque Cultural del Maestrazgo (Teruel), el Parque Natural de Cabo de Gata-Nijar (Almería), el Parque Natural de la Sierra Subética (Córdoba) y la Comarca de Sobrarbe (Huesca). El de las Villuercas-Ibores-Jara sería el quinto de España, y el único ubicado en la mitad oeste del país.
Los Geoparques colaboran estrechamente entre sí, de manera que forman una red europea (Red de Geoparques Europeos) que permite que cada territorio se beneficie de medidas conjuntas de protección y gestión del patrimonio geológico. Una vez otorgado el certificado, no tiene validez indefinida, sino que, cada tres años, cada socio es evaluado y puede llegar a perder la condición de miembro de la Red de Geoparques Europeos. Se valora especialmente el desarrollo del geoturismo, la  conservación del medio natural y la colaboración entre miembros de la red.
Las comarcas de Las Villuercas, Los Ibores y La Jara, dieron el primer paso formal para constituirse como Geoparque dentro de la Comunidad Autónoma Extremeña en Julio de 2009 en Guadalupe. El Geoparque está financiado por el Plan de Dinamización del proyecto turístico Villuercas-Ibores-Jara, y cuenta con el apoyo de la Junta de Extremadura, la Diputación de Cáceres, el Ministerio de Industria y Turismo, la Universidad de Extremadura, la mancomunidad Villuercas-Ibores-Jara, así como de los grupos de acción locales (VIBOTUR y APRODERVI).
Las instituciones extremeñas eligieron esta comarca para desarrollar este proyecto en función de varios argumentos. De entrada, Villuercas, Ibores y La Jara figuran entre los entornos preferidos por los que conocen bien la región. Se diferencia de otros relieves montañosos en su orientación, que sigue la dirección Noreste-Suroeste en lugar de la Oeste-Este, habitual en la Comunidad Autónoma. Y en las tres comarcas hay abundantes formaciones geológicas de interés, que es uno de los requisitos fundamentales, como son cuevas, rañas, plegamientos y fallas, y en la zona se han encontrado algunos de los restos fósiles más antiguos de la Península Ibérica; las sierras de hoy eran los fondos marinos de hace quinientos millones de años. Hoy, ese regalo de la historia ayudará a tres comarcas, y por extensión a una Comunidad Autónoma entera, a venderse en el mundo.
Atractivos geológicos.
Los principales atractivos o puntos de interés del Geoparque Villuercas Ibores Jara son: la cueva del Castañar, que es una cueva karstica con formaciones de aragonita y calcita de gran belleza (Castañar de Ibor), Estrecho de la Peña (Alía), anticlinal del río Almonte, y pedrera del Almonte (Navezuelas), portillo y pliegue geológico del Almonte (Cabañas del Castillo), paleocauce (Deleitosa), espejo de falla (Robledollano), anticlinales del río Ibor, rañas de Cañamero y rañas del Castañar, desfiladeros del río Ruecas, sinclinales del Viejas, y de Santa Lucía, marmitas, minas que darán lugar al futuro centro de interpretación minero de Logrosán, las pinturas rupestres esquemáticas en Berzocana, y las formaciones rocosas que dan lugar a la sucesión de riscos que sobresalen en las cumbres de las sierras, o canchos y cancheras en zonas más bajas, como por ejemplo el  Cancho del Ataque en la sierra del Hospital. Falla de la Trucha y hallazgos de trilobites en las inmediaciones de Navatrasierra.
Como se puede comprobar no faltan puntos con un alto grado de importancia geológica, habiendo sido inventariados, catalogados y documentados más de 40 geositios de interés en toda la comarca, dentro de un proyecto que, inicialmente, sólo contemplaba una veintena de geositios.

Tras la visita, el pasado  mes de junio, por un comité de evaluación de la Red Mundial de Geoparques, encabezado por Ibrahim Komoo de Malasia, quien manifestó, en la rueda de prensa que tuvo lugar en la Diputación de Cáceres, que el Geparque Villuercas-Ibores-Jara que enmarca estas tres comarcas cacereñas "es uno de los mejores paisajes geológicos" que ha visitado y todos sus componentes son "de un nivel de estándar internacional".
Junto a él también visitó la zona otro evaluador de la Red Europea de Geoparques, el alemán Hans Escher, que señalaba que este espacio extremeño "está muy bien preparado para formar parte de la Red Europea".

Ambos conocieron durante cuatro días el Geoparque extremeño que ha promovido la Diputación Provincial de Cáceres y que engloba a 19 municipios de las tres comarcas en un territorio de 2.500 kilómetros cuadrados donde viven unos 15.000 habitantes.

Aprobado por unanimidad
El 17 de septiembre de 2011 la Conferencia de Geoparques reunida en Noruega decidió que el Geoparque Villuercas Ibores Jara es digno de integrarse en la Red Europea de Geoparques y en la Red Mundial de Geoparques, ambas auspiciadas por la Unesco.

En esta ocasión se presentaban 16 nuevas candidaturas a la red europea y mundial, entre las que el proyecto extremeño ha sido destacado. El coordinador de la red, el profesor Nickolas Zouros, ha señalado el "excelente" trabajo realizado en Villuercas, su "riqueza" geológica y natural y el "apoyo social" que ha recibido el proyecto, lo que ha supuesto que la candidatura haya sido aprobada por unanimidad. Según Zouros, el geoparque de Villuercas-Ibores-Jara "tiene un gran presente y mejor futuro". "Un futuro sobre el que la Red tiene grandes expectativas".

La declaración del Geoparque, y el vivir dentro del Geoparque, nos permitirá aprender y ampliar el conocimiento de los parajes que nos rodean y que tan acostumbrados estamos a contemplar sin pararnos a pensar cómo y cuando se formaron estos montes y sierras.
Falla transversal en la cancheras de La Trucha
Se abre el Geoparque, y se abren las puertas de un esperanzador futuro para nuestra comarca, Villuercas Ibores Jara.

viernes, 10 de junio de 2011

La Esfinge Colibrí

Atraído por este magnífico campo de cardos, me acerqué para tomarles algunas fotografías. Nada más llegar observé que, tan coloridos y atrayentes manjares, tenían huéspedes revoloteando y posándose sobre ellos para alimentarse.
    
A las primeras de cambio, acerté a fotografiar a este bichito de la foto que no tenía ni la más remota idea de qué clase de bicho era. Pensé que sería una especie de abejorro o similar y no le di mucha más importancia, y después de tirarle 3 fotos me centré en fotografiar a las atractivas mariposas que iban de cardo en cardo libando con su larga trompa chupadora para extraer el néctar de estas flores tan sonrosadas.
"Esfinge Colibrí"
Sólo le dediqué 3 fotos frente a las 32 que lancé a las mariposas, que sí se posaban sobre los cardos para libar, mientras este raro bichito no paraba quieto con su rápido aleteo y no se posaba para alimentarse.

Esta clase de elegantes mariposas recibe el nombre de Argynnis pandora, conocida en España vulgarmente como Pandora, y tiene una envergadura de 5,5 a 7 cm. El anverso o cara superior de las alas tienen un tono verde oliva con numerosos trazos y puntos negros. El reverso es de color verde oro y rojo de cadmio con puntos negros. ¡Toda una belleza sostenida en la flor del cardo!.
    
mariposa "Pandora"
Pues bien, este bichito con apariencia de colibrí es un insecto, o mejor dicho una mariposa de las denominadas esfinges, y de ahí su nombre “esfinge colibrí” (macroglossum stellatarum). Desarrolla hábitos diurnos distinguiéndose del resto de las sphingidae que, por lo general, son mariposas nocturnas.
Su movimiento de alas es constante y rápido, alcanzando una velocidad de vuelo increíble y consiguiendo mantenerse suspendida en el aire libando el néctar de las flores sin posarse en ellas. Como veis su fisonomía no es nada habitual, destacan sus dos grandes antenas y su larga trompa con la que absorbe el néctar de las flores, la cual recoge enrollándola en espiral. Tiene dos pares de alas, unas grandes grisáceas y otras más pequeñas anaranjadas. El pelaje de debajo de la cabeza, en el tórax, unido a las escamas del final de la cola, hace que este insecto sea muy parecido a un diminuto colibrí y que lleve a equívocos a multitud de personas que lo observan por primera vez.
¡Realmente sorprendente y hermoso!.                                  


"Esfinge Colibrí"

miércoles, 25 de mayo de 2011

Sinfonía en la naturaleza

Se trata de la primera jornada que empuño la azada en la nueva temporada hortícola trabajando en el huerto familiar, en una mañana primaveral y soleada de mediados de mayo. Acompaño a mi padre quien, rondando los 82 veranos, dirige las labores del huerto a las que dedica toda su atención, mientras yo suelo dejar alguno de mis sentidos alerta para poder captar cualquier escena de la vida natural que bulle alrededor.

            El huerto se encuentra en campo abierto, a poco más de 50 metros de la estrecha carretera que comunica la pequeña población de Navatrasierra, único núcleo urbano perdido entre estas sierras cacereñas, y Guadalupe. Muy de tarde en tarde pasa algún vehículo y, amigablemente, nos saludan, te incorporas un poquito y devuelves el saludo volviendo de inmediato a la faena. La tranquilidad es casi absoluta, estamos en plena Naturaleza y es posible percibir todo lo que te rodea porque, azada en mano y, a pesar de lo fatigoso de la tarea, te sientes inmerso en Ella.

Que gozamos de una primavera fabulosa salta a la vista. Las cuantiosas lluvias del presente año han encharcado los campos, y la vegetación se renueva y florece con vitalidad, tapizando con renovados tonos verdosos matorrales, arbustos y arboledas. Por su parte, los jarales se encuentran en pleno apogeo, desplegando miles y miles de flores blancas que llenan de puntitos blanquecinos todo el monte reluciendo bajo el sol. Es todo un espectáculo de color que nos permite deleitar la vista, al desplazar la mirada en derredor a la vez que nos incorporamos o hacemos un pequeño alto para tomar aliento.

Mientras nos afanamos regando y cavando, es posible percibir multitud de sonidos emitidos por pájaros, insectos, anfibios o mamíferos que pueblan y llenan de vida la espesura de la vegetación. En especial de las aves que ya andan nidificando o criando, y no paran quietas ni calladas, buscando comida o emitiendo sus particulares cantos territoriales o de reclamo, alegrando y poniendo música a la Naturaleza. 

Con el esfuerzo de abrir varios surcos con la azada comienza a brotar el sudor que gotea por la frente y la espalda, a pesar de que la tierra se trabaja bien. La azada se hunde con facilidad rompiendo la capa superficial apelmazada por las últimas lluvias y el sol, dejando al descubierto la tierra oscurecida por la humedad que conserva el terreno, mostrando que tiene “buena labor” para trabajarla y plantar los tiernos plantones de tomateras. A escasos metros, del riachuelo que bordea la pequeña vega, surge el croar incesante de una rana, que imagino con la cabeza asomando a la superficie del agua. Más distante se oye el arrullo monótono y continuo de una tórtola, que ubico en su destartalado nido de pequeños palitroques trabados entre sí, y tan poco consistente que casi permite distinguir su contenido desde el suelo. Ambos están emitiendo al unísono sus particulares cánticos, y al oírlos remite un poco la fatiga y se reduce el peso de la azada en el brazo, ya cansado. Pero lo mejor está por venir, cuando repentinamente comienza a oírse otro sonido natural proveniente de una pequeña chopera situada a unos cien metros. Un pájaro carpintero comienza a golpear, con su puntiagudo y fuerte pico, el tronco reseco de uno de los chopos, poniendo el contrapunto de la improvisada orquesta con su característico y claro tamborileo que se transmite a gran distancia. De este modo, rana, tórtola y pájaro carpintero (denominado “picarazán” en el lugar) interpretan una hermosa sinfonía de forma totalmente espontánea y natural, sin necesidad de director de orquesta, en la que cada cual domina a la perfección sus acordes. Escuchar esta melodía es todo un placer y un auténtico privilegio, y escuchándola se desvanece el cansancio del trabajo.

Igual que empezó se van apagando los golpeteos del “picarazán”, mientras persiste el arrullo de la tórtola y el croar de la rana se va espaciando. Ha sido un concierto breve, pero intenso y muy armonioso, y uno se siente privilegiado de haberlo escuchado, vivido y sentido, y sin necesidad de reservar entrada ni pagar un precio desorbitado. Solamente es necesario zambullirse en plena Naturaleza, observar y disfrutar de los episodios y escenas naturales que nos ofrece, y, si está en nuestra mano, divulgarlo y compartirlo.