miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Sierra cría, …la Sierra pare

Pocas deben ser las piedras de esta Sierra que no hayan sido pisoteadas por las pezuñas de las cabras, considerando que durante más de siglo y medio muchas pastorías se han refugiado y alimentado en la Sierra del Hospital.


La sierra da y la sierra recibe
Cientos de bocas de ganado cabrío han ramoneado las rebollas, madroñas y arbustos de sus laderas; y el mismo número de estómagos han procesado la materia vegetal; y el mismo número de intestinos han expulsado y esparcido miles y millones de cagarrutas, abonando el pedregoso suelo; mientras, las preñadas hembras han gestado sus crías subiendo y bajando por sus empinadas y costosas laderas.
 

Antaño, un buen puñado de pastorías realizaban la trashumancia veraniega a la sierra buscando la frescura de las gargantas y las verdes hierbas de sus laderas, tras haber agotado los pastos primaverales y los campos de cereales. Hoy en día, solamente un par de ellas mantienen esta ancestral forma de pastoreo, iniciada en el mes de julio y alargada hasta principios de octubre, periodo en que las ubres quedan enjutas mientras crece la preñadura.


Octubre es el mes de la paridera
Un año más, al regresar a los corrales comienza la paridera, comienza a nacer el fruto gestado en la sierra. Los pequeños cabritillos rompen la bolsa maternal asomando sus diminutas pezuñas delanteras y su hocico en busca de la vida, tambaleantes y raudos a tomar esos primeros calostros, necesarios para sobrevivir en los primeros días de su existencia, que quizá un día les encamine a recorrer y respingar por los pedregales de la Sierra que los crío.


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