viernes, 2 de marzo de 2012

PATRULLEROS DE LA NATURALEZA

Entre jaras y pedreras dejan caer sus cagadas los buitres leonados cuando despegan, desde sus atalayas y posaderos en los altos cortados de los riscos y cancheras, con sonoro batir de sus enormes alas que pueden llegar a medir extendidas 2,80 metros de punta a punta.
 


(para vista ampliada, pichar sobre las imágenes)

Estas enormes aves carroñeras, que pueden pesar entre 6 y 9 kilos y tener una altura de 110 cm., en contadas ocasiones baten sus alas, únicamente cuando despegan  o cuando pierden altura para tratar de remontar el vuelo y meterse en alguna de las corrientes térmicas que les permita ascender describiendo pausados círculos, mientras planean y planean sin apenas un sólo movimiento de las pesadas alas, aprovechando las corrientes y rachas de viento para tomar impulso y desplazarse a gran velocidad, empleando la mínima energía necesaria para elevarse en el cielo, y mantenerse a grandes alturas, que pueden superar los 5.000 metros, donde el oxígeno ya escasea. Consumir pocas energías resulta fundamental para estas aves, que no pueden comer todos los días, ni tampoco lo necesitan para sobrevivir, gracias a un organismo adaptado para llegar a pasar más de una semana sin probar bocado, a veces, por la escases de carroña, y, otras, por haberse dado un buen festín que les proporcionará reservas suficientes para varios días de ayuno.

El buitre leonado es una de las aves con peor fama de la naturaleza, debido a su comportamiento necrófago, actividad que, por el contrario, representa una labor esencial dentro del ciclo natural de la vida, ocupando la cima de la pirámide en la cadena trófica del reino animal.
 Su vuelo, además de inconfundible, con las alas planas o suavemente arqueadas y el largo cuello recogido, resulta majestuoso por la lentitud y armonía con que lo desarrolla. Esta rapaz, de plumaje color pardo o leonado, que se hace más oscuro en el vientre y hacía los extremos de las alas, y que no llega a recubrir la cabeza, se desplaza planeando sobre grandes áreas, hasta 70 kilómetros, en busca de su alimento. Así recorren los valles abiertos o las llanuras, localizando carroña o animales muertos, ya sean de ganado doméstico o salvaje como ciervos o jabalíes.
Su desarrollado sentido de la vista, y el carácter altamente social de esta rapaz, le proporcionan un mayor éxito en su búsqueda de alimento. La primera de las características le permite prospectar con rapidez el terreno, y la segunda, porque, gracias a ella, se asegura de que, al compartir la presa con otros congéneres, la próxima vez podrá ser invitado al reparto gastronómico.
 
 Sus instintos reproductores se despiertan en pleno invierno, con los espectaculares cortejos de los machos hacía las hembras, los vuelos nupciales, consistentes en recrearse volando muy juntos y acompasados: el macho planea a la par sobre la hembra y baja las patas hasta casi tocarla. Las cópulas se suceden entre diciembre y enero, dando como resultado la puesta de un solo huevo, que incuban unos cincuenta y ocho días. Macho y hembra se turnan para dar calor al huevo, aunque ésta permanece más tiempo. Los pollos crecen a un ritmo lento y pasan en el nido entre 110 y 120 días, mientras ambos cónyuges alimentan al pollo, que siempre estará acompañado en las cuatro primeras semanas. Alrededor de la séptima semana, pasan más de la mitad del tiempo solos y, a los tres meses y medio, dejan el nido, moviéndose cerca de la colonia, hasta independizarse. Cuatro o cinco años más tarde buscará pareja, la cortejara con los vuelos nupciales, criará y podrá llegar a vivir hasta 60 o 70 años patrullando en la naturaleza.


3 comentarios:

  1. De pequeña recuerdo, en las feguillas esperando para llevarse las tripas de los menudos de las matanzas, verlos tan cerca y eran impresionantes. Recuerdo sentir mucha admiración y mucho miedo, y a la vez no poder dejar de mirarlos, sobre todo cuando estaban parados ahí tan cerca en las peñas, detras de nosotros.

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    1. Inma, veo que se te ha ido un poco el dedo y ha quedado mal escrito Veguillas...
      La verdad es que, parados o en vuelo son unos bichos impresionantes y admirables.
      Gracias por tus comentarios!!

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  2. Y decíamos que si nos tumbábamos con los ojos cerrados venían a comernos...¡Que bonitas imágenes y que bien nos lo explica todo el amigo Jesús!

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