La
laurisilva es un bosque de tipo subtropical, formado por árboles y plantas con
hojas parecidas a las del laurel, propio de lugares húmedos y cálidos con
abundancia de precipitaciones y nieblas como ocurre en el archipiélago de Madeira,
Azores y en determinadas zonas de las islas Canarias.
En la era Terciaria, Extremadura gozaba de un clima más templado que el
actual, con una masa boscosa similar a la laurisilva existente en estos archipiélagos
atlánticos, que fue desapareciendo con las grandes
sequías del final de la Era Terciaria y las glaciaciones de la Era Cuaternaria,
evolucionando a la actual vegetación de tipo continental y mediterránea.
De
aquella primitiva laurisilva extremeña del Terciario aún se conserva una
especie lauroide, que ha resistido los cambios climáticos, denominada Prunus
lusitánica, laurel portugués o loro. Árbol que tiene el mérito de haber
sobrevivido durante tres millones de años y, el gran mérito, de continuar
sobreviviendo en la actualidad refugiado en la frescura de las apreturas y
gargantas de las sierras villuerquinas, donde se estima una población de
7000-8000 píes de loro, la mayor existente en España.
Por
esta gran hazaña de supervivencia, el loro está considerado como una auténtica
reliquia natural del Terciario, y se ha convertido en el árbol más singular del
Geoparque Villuercas-Ibores-Jara. Habita en enclaves muy concretos, situados en zona de umbría y a media montaña a una altitud de entre 600 y 900 metros. No lo encontraremos ni más arriba, ni más abajo.
Forma pequeños bosquetes, denominados loreras, en las orillas más sombrías y húmedas de los arroyos, en el interior de las apreturas y barrancos donde no falta la frescura en verano
Al abrigo de árboles de mayor porte como son
alisos, fresnos o castaños, que lo protegen del excesivo calor veraniego y de
las heladas invernales, el loro se entremezcla con arbustos y
árboles de hoja lauroide como el madroño, durillo, acebo, brezo, y con otros árboles exigentes en humedad como el quejigo,
rebollo, mostajo y ácere, componiendo un bosque variado en especies y muy denso
que recibe el nombre de lorera.
Aunque los habitantes de Entrejarasypedreras usan el nombre de lorera para referirse al loro, al igual que dicen madroñera para referirse al madroño, quizá por la similar capacidad que tienen ambos para generar renuevos de sus cepas y raíces.Se reproduce tanto sexualmente, con la germinación de multitud de semillas que llenan el suelo con pequeñas plantitas de loros (que desgraciadamente son apetecidas y devoradas por corzos y ciervos); como clonalmente mediante rebrotes de cepa y de raíz, llegando a conformar cepas de varios individuos conectados por el mismo sistema radical, o por ramas o troncos que en un momento dado han tocado el suelo, al ser derribados por el viento o las riadas, y han desarrollado raíces.
El loro es un árbol emparentado con los manzanos,
cerezos silvestres, y con el laurel. Las flores son blancas y su fruto es de
tamaño más pequeño que un hueso de aceituna, de color que va variando del verde
al rojo, y negro violáceo al madurar. Lo más peculiar de este árbol son sus
hojas de forma lanceolada, con el borde dentado y el ápice agudo, que hacen que
el agua de las nieblas se condense y se canalice por ellas goteando hacia el
suelo, fenómeno denominado lluvia horizontal.
Las mejores loreras extremeñas las podemos encontrar
en las sierras Palomera y Hospital del Obispo: en la garganta de la Trucha declarada árbol singular de Extremaduraen, el valle del Guadarranque, ; en el
nacimiento y cabecera del río Guadarranque, lugar denominado Las Loreras; en todas
las hoyas y gargantas que se descuelgan de la sierra del Hospital como ocurre en
la garganta de la Pedriza¸ Arroyo de la Venta, en la cabecera del río Gualija; chorrera de las Calabazas, en el valle
del río Gualija; garganta Salóbriga; barranco
de la Ventosilla, en el curso alto del Guadarranque.
También se encuentran
presentes en todas las Villuercas: arroyo de las Hoyuelas, en el valle del
Viejas; barranco de los Loros, en el valle del Ibor; curso alto del Ruecas; y
El Mato, Valdegracia y Hoya del Manzano, en el curso alto del Guadalupejo.
Podemos encontrar rodalillos de loro
en: arroyo del Picadero, que va a dar a la garganta Descuernacabras; Los Loros
en el arroyo del Colmenar; El Rostro, en la apretura del Viejas, en el valle
del Ibor; garganta de Porrinas y garganta
de Santa Lucía, en la umbría de Cabañas del Castillo; y Collado Llano, en la
cabecera del Guadalupejo. Pies sueltos de loro se encuentran diseminados por
bastantes barrancos de las Villuercas, entre ellos podemos destacar: arroyo de
Torneros, que va a dar a la garganta Descuernacabras; arroyo de Lijarejo y El
Barrerón, junto al arroyo del Colmenar; arroyo de la Tejadilla, en el Viejas; umbría
de la sierra del Castillejo, y arroyo del Brezo, en la garganta de Santa Lucía,
que va a dar al río Almonte; río Guadalupejo.
Dedicado a: el villano en su rincón
Ostras, un auténtico honor, inesperado, por demás.
ResponderEliminarCon respecto a esta entrada, me gustaría añadir la existencia de un pequeño rodal, de ejemplares aparentemente muy jóvenes, en la propia garganta de Descuernacabras, justo en la represa del acueducto de las Herrerías; a aproximadamente 400m s.n.m., pueden ser los ejemplares a menor altitud de la comarca.
ResponderEliminarComo curiosidad, también encontramos algún pie aislado, también joven, en el dominio público del embalse de Cancho del Fresno, en zona teóricamente inundable.
Y una cuestión que siempre me he planteado: siendo del género Prunus, es de esperar que los frutos del loro sean comestibles ¿no es así? Pero prefiero no experimentar y que tu sapiencia me lo sepa resolver.
Pues, nada, que esta entrada sea el feliz augurio de muchas otras por venir. No lo dejes.
ResponderEliminarIgual nos conocemos un día de estos por esas pedreras de Dios, a pique de despeñarnos.
Con afecto, un saludo.