Estamos acostumbrados a observar los carámbanos que
cuelgan en fila de los bordes de los tejados después de una gran nevada. Pero
esta visión tan perfecta y ordenada no es fácil observarla en plena naturaleza,
donde no existen tejados o amplias superficies de cuyos bordes gotee el agua o
la nieve fundida para convertirse en hielo por efecto del aire helado y las
bajas temperaturas.
Sin embargo, la naturaleza es capaz de modelar
carámbanos de hielo colgando de piedras, troncos o pequeñas ramas de arbustos
cuando están cubiertos de nieve o en las proximidades de las corrientes de agua,
con formas redondeadas y curvadas por efecto del viento o cuando el agua cae
muy lentamente.
Como muestra unas pocas imágenes, mejor que miles de palabras.