jueves, 19 de mayo de 2011

Aferrado a sus raíces y arraigado a su tierra

Cuando las lluvias son abundantes, los ríos crecen y se embravecen. Su caudal aumenta y se desboca, desplazando muchos metros cúbicos de agua por segundo capaces de arrastrar grandes piedras, ramas y troncos de árboles desgajados y arrancados de sus orillas.
Esto sucede varias veces al año en el curso del río Guadarranque, que nace en la Sierra del Hospital como arroyo de montaña, y va creciendo con las aguas aportadas por numerosos arroyos convirtiendole en río en su recorrido hacía el río Guadiana.
En su curso alto y medio sus orillas aparecen flanqueadas por árboles de rivera como alisos y fresnos, mezclados en determinadas zonas con robles que enraizan en sus orillas. Precisamente un roble anclado a su  orilla es el protagonista de las imágenes que se muestran.
Nos vamos en detener en un recodo del río ocupado por un roble que lleva toda su vida luchando contra las embestidas de la corriente, ya que las crecidas del río le ha ido arrebatando la tierra donde tenía que fijar sus raices. En las imágenes se observa como ha tenido que hacer hueco para el paso del agua en el espacio de terreno donde debía tener hundidas sus raíces primarias, y se ha visto forzado a desarrollar sobremanera sus raíces lateralmente. Raices secundarias que asemejan verdaderos troncos, a una altura del tronco que no es la habitual para un árbol. Otra curiosidad ofrecida por este portento de la naturaleza está en que la rama orientada hacía el centro del río, en busca de la luz solar, ha crecido del tronco por debajo de las raices laterales con las que se agarra a la tierra.
A pesar de todo, se le ve con fuerzas y raíces suficientes para seguir aferrado a la tierra y a la vida resistiendo los embites de las aguas crecidas.







1 comentario:

  1. Precioso. Pero tengo problema para hacerme seguidora, no veo por ningún lado la lista. Echame un cable.besos

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