Acostumbrados estamos a ver imágenes invernales y heladoras de distintas zonas de la mitad norte, ya sea de ciudades o zonas montañosas, donde las temperaturas se desploman, y las nieves caen copiosas o se hacen permanentes. En cambio, en la mitad sur del país las imágenes de fuentes, ríos o aguas heladas no son tan habituales. Y por esa razón, cuando acontecen estos fenómenos en tierras menos frías resultan más llamativos y curiosos.
En la sierra del Hospital destaca un robusto cerro, de nombre Carbonero y de altitud 1.420 metros, en cuya parte central se abre la garganta nombrada "Hoya de los Chorros", debido a los chorros de aguas cristalinas que escurren y se deslizan por las rocas para terminar formando un arroyito, que juntará sus aguas con las de otros arroyitos serranos en el río Gualija, encargado de transportarlas hasta el Tajo.
Las gélidas temperaturas del pasado mes de enero y, más concretamente durante el fin de semana del 22 y 23, que dejaron congelado al país, también dejaron congelados estos "chorros" que manan de un berezal localizado a media ladera del cerro Carbonero, haciéndolos perfectamente visibles en la lejanía.
A temperaturas muy bajas el agua se congela fácilmente, sobre todo cuando son aguas quietas o serenas, pero en este caso se trata de aguas rápidas, corriendo por canales rocosos naturales de fuerte pendiente, lo que dificulta el proceso de congelación. Pero, esto no impide que, cuando se dan las condiciones climáticas adecuadas, la naturaleza consiga detener las aguas corrientes quedándolas quietas y atrapadas por las intensas y continuas heladas invernales, formando estos deslizantes toboganes de hielo.
Unas cuantas imágenes reflejarán este fenómeno mucho mejor que mis palabras.